La Asociación Diplomática de Ayuda – ADA fue creada, como Institución de hecho, en el año 1964 por iniciativa de la Señora Virginia Cassanello de Nogués, esposa del entonces Embajador de la República de Paraguay ante el gobierno de la Republica Oriental del Uruguay. Su objetivo fue la búsqueda de recursos para contribuir al trabajo que realizaban y aun realizan los Cottolengos Femenino y Masculino Don Orione; instituciones dedicadas a atender a niños, adultos y ancianos con severas deficiencias físicas y mentales.
En el año 2010 crea su Estatuto y tramita ante el Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay, el reconocimiento de su Personería Jurídica, obtenido en fecha 23 de Junio de 2011 bajo el expediente n° 420/2010.
Con el transcurso del tiempo fue ampliando su ayuda a otras instituciones y hoy, 55 años después se ha convertido en una asociación viva que crece por la contribución económica de sus socias/os.
ADA Uruguay está conformada por hombres y mujeres del ámbito diplomático, consular y de la sociedad uruguaya. Desde su creación ha asumido el compromiso y la responsabilidad de llevar adelante una tarea filantrópica basada en los valores del respeto, tolerancia, justicia, libertad y solidaridad traducidos en la misión de ayudar a aquellos que más lo necesitan sin distinción de edad, sexo, religión, nacionalidad o filiación política.
ADA debe su existencia a la participación y/o colaboración monetaria de los socios que la conforman, con el pago de una cuota anual de 150 USD que se renueva todos los años y otra mensual de 300 Pesos Uruguayos que se abonan en cada reunión mensual ordinaria de socias respectivamente. Al mismo tiempo y dependiendo de las organizaciones destinatarias de ayuda, el aporte se traduce en colaboración de víveres, juguetes, libros, ropa etc.
Como Asociación Benéfica y mas allá del aporte económico de sus socias, tiene el deber de organizar actividades con el claro objetivo de recaudar fondos y lograr así el desarrollo de más proyectos solidarios; pero además, y es lo que permite trabajar con ganas y libertad y que se considera su mayor riqueza, es su capital humano que se pone en valor y se ve enriquecido con la diversidad de género, costumbres, tradiciones, cultura, idioma, religión conviviendo en un ambiente de respeto, solidaridad y camaradería.